Sí, ya sé. Algunos las adoran. Otros no las pueden ver. Pero no todos las probaron. Así que antes hagamos como decía mi abuela: primero probá y después opiná.
Sacate YA 8 huevos de la heladera; queremos tenerlos a temperatura ambiente así que dejalos cerca de un lugar tibio. Fijate si tenés un par de litros de leche (vamos a usar litro y medio en realidad pero también sacalo), un limón, bastante azúcar y andá a comprar maicena (seguro que no tenés). Ya que vas al chino, acordate si en el camino hay un almacén naturista, un todo-suelto o algún boliche donde conseguir canela en rama. En polvo sirve, pero para natillas mejor en rama.
Volviste? Tenés todo? Separá las yemas (si no sabés cómo, poné Utilísima Satelital) y mandalas a una fuente o un recipiente metálico que se banque cocción. Ahí va media taza de azúcar y a batir un rato. Mientras tanto, en hervidor aparte y a temperatura alta, calentate casi todo el litro y medio de leche más una buena taza de azucar, la canela y la ralladura de medio limón (dale con ganas, no te achiques). Pero ojo, que levante temperatura sin hervir.
Revolviendo todo el tiempo, en la medida que se me voy acercando al punto de hervor, le voy bajando el fuego. No quiero que se hierva, esto es muy importante. Aparte, a esa tacita de leche que quedó y que no tiene que estar muy fría sino tibia, le agregamos una cucharada bien abundante (o dos) de maicena y revolvemos hasta que la maicena se disuelve sin grumos.
A esta altura, entonces, tengo tres preparados: yemas, leche caliente y maicena. La que sigue es una maniobra sencilla. Fijate. En esa hornalla a mínimo muy mínimo (que fue la única que encendimos hasta ahora, BONAAAAATTOOOO!!!) ponemos las yemas y, mientras empezás a batir sin parar (enchufá la minipimer y dale suave pero continuo, teniendo cuidado de no quemar el cable) mientras arrojás la leche (estaba bien caliente pero sin hervir) en un hilo finito. Cuando terminaste agregás la leche con maicena y seguís batiendo, con la ollita sobre fuego mínimo.
Al ratito la cosa se va a empezar a espesar. Pero dale sin miedo hasta que la crema se ponga consistente. Decile a alguien que vaya a buscar ese juego de té que no usás nunca. Que vos no podés porque estás ocupad@. La tasa de té es el tamaño justo para este postre: le caés con la natilla a las tacitas de té.
Cuando completaste todas podrías decir que terminaste, pero falta un toque. Una lámina de azucar blanca y finita esparcida encima de cada taza y un fierro para "quemar" el azucar. Si, ya sé, donde mierda conseguís un fierro justo ahora... agarrá algo de acero que esté limpio y que puedas calentar al rojo: una cuchara vieja, un tenedor grande que no uses, qué se yo. Los cartoneros usamos un viejo pisapapas de esos enrejillados que viene bárbaro porque tiene mango de baquelita pa no quemarte y está viejito. Lo ponés a fuego alto directo y que caliente. Cuando lo tenés a rojo, lo apoyás suave, delicadamente, sobre el azucar encima de la natilla un ratito hasta que se escucha que deja de quemarla.
No es necesario que queme todo, un poquito de caramelo y un poquito de azucar está bien. Podés reemplazar todo este despelote por canela en polvo, pero no es lo mismo. O podés hacer ambas cosas. Ahora todo a la heladera un rato largo o al freezer un ratito (guarda el freezer, es traicionero como Cobos). Las técnicas para comerlas son tantas como gentes que las comen (le pasa lo mismo a las viejas Merengadas): la Ranita a veces se clava primero la tapita de azúcar quemado de arriba y después se hunde en las natillas. Y otras veces parte a cucharazos esa "tapita" de azucar y la va mezclando con la crema.
En fin, vos ves. Disfrutá... dura poco... todo lo bueno dura poco.
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7 comentarios:
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente. 16 Pase a media noche el mar,
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.
Y le das a las natillas
Que bien me cae este blog. Y sus escribas.
Soy de los que no le gusta sin haberla probado. Pero si lo dice usted...
Para cuando las milanesas de cartón, que son menos nutritivas que las de soja pero muchísimo más diet.
Acá una ultra de las natillas, la crema pastelera, y todo lo que se le asemeje, les agradece por sumar una receta más a la colección.
He comenzado con mi cuaderno de recetas blogueras: esta es la segunda y espero que vengan muchas más. Pa qué quiero el Petrona si tengo a los cartoneros. Avanti con las recetas...
Parece que los Cartoneros han hecho la síntesis entre las natillas madrileñas y la crema catalana. Sea la paz en España.
Ahora, si uno sabe hacerlas, la maicena es innecesaria. La mezcla de huevo, azúcar y leche se espesa solita batiéndola a fuego lento o a baño maría.
Esa misma crema es la base de los helados, dicho sea de paso. Una variante que a mí me encanta es hervir la leche con una rama de vainilla y cuatro o cinco clavos de olor y congelar, sin olvidarse de batir a cada rato para que no quede duro como una piedra sino cremoso.
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