jueves, 6 de agosto de 2009

Biodiversidad

  • La extinción a machete y fuego era un destino seguro para el maíz salvaje, aquel que los incas adoraban como hijo de la Pacha Mama, hasta que un investigador identificó una característica única frente a sus hermanos civilizados: los genes de esta especie perenne eran especialmente resistentes a las pestes y a las enfermedades que más atacaban y destruían las grandes cosechas. El científico introdujo en la cadena de ADN del maíz doméstico esos genes y permitió motorizar un crecimiento en la producción que hoy se mide en decenas de miles de toneladas.

  • En la cuenca del Amazonas, la franja superior de follaje de los árboles que forman esa fenomenal selva es el techo natural debajo del cual se sostiene un ciclo de agua. Ciclo de agua que le es propio e interno a esa franja de vegetacion. Las llanuras y posteriores plantaciones que crean los fazendeiros nordestinos a fuerza de topadoras y orugas mecánicas empiezan a dar muestras de insustentabilidad: la caída abrupta en la humedad media del terreno y su consecuencia, el crecimiento explosivo en la temperatura, gatillan un proceso de rápida desertificación. Fazendeiros, colonos y autoridades todavía no han comprendido que, frente a la enorme radiación solar a la que está expuesta la región, no hay intermedios: selva espesa o desierto yermo. La naturaleza así lo quiere.

  • Un 40% de las recetas que se nos administran en la actualidad está basado en compuestos naturales o están sintetizados en base a compuestos naturales. Salvan vidas o alivian el dolor. Y generan facturaciones gigantescas a la industria farmacéutica. Aún así, las especies de plantas e invertebrados que han sido analizados buscando potenciales compuestos medicinales no llega al 10% del total. Drogas como la digitalis, que se obtiene de la flor de la "dedalera" sirven para regular el ritmo cardíaco de decenas de miles de pacientes cardíacos; o la quinina, obtenida del árbol de la cinchona en Perú y Bolivia, es una notable cura contra la malaria (y también sirve para fabricar agua tónica, pero esa es otra historia); o una flor norteamericana, la rosita de cinco pétalos, produce dos alcaloides que son altamente efectivos contra la leucemia infantil y el mal de Hodgkin; en fin, la lista sería interminable. Todas estas especies naturales presentan algún grado de peligro de extinción. Otras no investigadas habrán desaparecido ya.


Hasta aquí hallazgos de un valor significativo para nosotros y nuestros congéneres, rescatados del borde de la extinción. Hijos de la diversidad que ofrece la naturaleza. Frente a la que nos comportamos como analfabetos: todavía no terminamos de leer ni entender las conclusiones más importantes.


Respetar la biodiversidad no es una actitud. Es proteger lo que, en última instancia, nos protege.


Cuántas especies habremos dejado ir? Cuántas especies más, cuyo aporte podría ser crítico, podremos perder si no tomamos medidas?


Al igual que una fibra de la seda de la araña, que tomada individualmente es débil e inútil, su eficacia y su aptitud crecen hasta lo impensado cuando aumenta la cantidad de nodos y disminuye la distancia internodal en la que se tejen.


De la misma manera la fuerza, la capacidad para resistir, reside en la naturaleza del tejido. En la cantidad de nodos y en su disposición, pero también en la variedad y la calidad. Digo, del nuestro.


En especial ahora, que ya se escuchan topadoras y orugas mecánicas que vienen a por desmonte. A cubrir todo con una alfombra de soja. Hay que estar preparados. En nuestra diversidad y en nuestra conectividad también reside nuestra fuerza.






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2 comentarios:

Mariano T. dijo...

Y dale con la soja!
Las cosas que se deben proteger se deben proteger protegiéndolas.(valga la redundancia)
Eso significa crear reglamentaciones ad hoc, no impuestos.

Anónimo dijo...

cuando caiga el exitismo sojero y la tierra no sirva ni pa potrero, la soja sera un doloroso recuerdo...

y que "no" se dice de los biocombustibles (maiz, remolacha, etc)...también hay gato encerrado???!!!!!!AzulSureña