jueves, 28 de mayo de 2009

Desventuras de Don Alvaro Vargas de Llosa

Alvarito en la presentación de su último libro


No podemos decir cómo llegó esta información a nuestras manos, pero podemos asegurar que la fuente que nos las envió es absolutamente confiable. Palabra de cartonero.

Se trata de las verdaderas declaraciones que Álvaro Vargas Llosa dio a la prensa este último martes cuando fue finalmente liberado por las autoridades migratorias venezolanas. Todo bien dentro de contexto.

Transcribimos sus palabras, vertidas en un clima enrarecido, populista y tiránico:



“Estoy absolutamente indignado. Esto es un verdadero atropello. Nunca en mi vida había sido víctima de semejante atropello. Nunca. Si bien es cierto que en mi calidad de portador de un pasaporte peruano, cada vez que vuelvo a mi casa de Miami, en el Aeropuerto soy sometido a una revisión que incluye un exhaustivo visado físico y el chequeo antidroga, estoy seguro de que las autoridades norteamericanas lo hacen para proteger al pueblo norteamericano y a los inmigrantes que tan amablemente somos allí recibidos, de flagelos tales como la droga y el terrorismo. Después de la caída de las torres y del vertiginoso aumento de cantidades secuestradas de narcóticos colombianos y bolivianos, es lógico que las autoridades migratorias norteamericanas se tomen las cosas con el mayor de los cuidados. Pero siempre me sentí tratado humanamente. Hasta se toman el trabajo de entibiar el espéculo endoscópico antes de introducirlo para detectar a los “mulas”.

Pero esto de Venezuela es bien otra cosa. Una absoluta falta de respeto a la dignidad y la humanidad de las personas y a las libertades democráticas de los visitantes. Me retuvieron dos horas, DOS HORAS!!, me confiscaron el pasaporte y me dijeron que no tengo derecho a hacer declaraciones políticas, que soy aquí un visitante extranjero y que, por lo tanto, no tengo derecho a opinar. Como ciudadano de un país que como Perú fue liberado por Bolívar no creo tener menos derechos que otros bolivarianos para defender mis ideas. Pero les aseguro que lo peor fue que la funcionaria que me devolvió el pasaporte tenía las manos frías... heladas...”

Tre-men-do, nos quedamos pensando, mientras nos acordábamos de nuestra Señorita de segundo grado, Amalia, que si hubiera escuchado a cualquiera de sus alumnos decir que el libertador de Perú era Bolívar y no San Martín, le ponía un cero grande como una casa.





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