
Paso a hacer gala de mi moderación (y en plena campaña electoral)
Sin abundar en detalles, planteamos de entrada algún punto en el que podemos coincidir todos. El acceso a la vivienda está complicado para vastos sectores de la población en Argentina (aunque sospechamos que no en una forma demasiado más pronunciada que en el resto del mundo).
Las mayores dificultades se les presentan evidentemente a las familias que quieren acceder a su primera vivienda. La primera limitación son los precios. Que están directamente vinculados con las características de un mercado, el inmobiliario, que se convirtió en generador de atractivos productos para el ahorrista.
El lanzamiento de las nuevas líneas de crédito impulsadas por el estado a través del Banco Hipotecario y con financiación de la ANSeS no resuelve el problema. Ya sé, no descubro nada nuevo.
Un problema adicional (y este ya de carácter más estrictamente económico) es la viabilidad de los créditos. Es decir, la ecuación que vincula la cuota a pagar, el monto a recibir en crédito y el valor de la propiedad a comprar, con el ingreso familiar ¿se ajusta a las necesidades o a la utilidad del consumo de aquellos sujetos que califican para el crédito por nivel de ingreso? Es decir, ¿aprovecharán los créditos disponibles aquellos para los que fueron diseñados o se sentirán disconformes porque no les alcanza para su casita de 120 lucas verdes?
Creemos que no el universo de potenciales sujetos de estos créditos cumplirá con este “requisito”, pero habrá un número que sí. La demanda de crédito hipotecario es muy grande en una plaza que hace mucho tiempo que prácticamente carece de tal producto.
El plan es un esfuerzo encomiable para la reactivación de un mercado cuya actividad se encuentra en franco deterioro (el inmobiliario), a través de la regeneración de un producto ausente en estos últimos años (el crédito hipotecario), mediante la utilización del ahorro interno para proveer de recursos a la actividad interna (una medida mercadointernista, podríamos decir). No es el mal de todos los males, pero le encontramos lo que ya venimos sosteniendo desde hace bastante tiempo (ni pienso buscar los links) acerca de algunas cuantas medidas de éste y el anterior gobierno: un sesgo distributivo a favor de los sectores medios. O al menos, para decirlo con más rigor, cierta tendencia conservadora a colocar recursos en manos de sectores con mayor capacidad de ahorro (con lo cual la inversión es más segura) que otros sectores con consumo más atrasado.
Por esto (no podíamos dejar pasar la oportunidad, en plena campaña electoral) nos resulta insólito
No puede quejarse, verdaderamente, de que se sospeche de su insanía.
PD: Atkinson, Ana C., no me exageren, complementen el análisis con el de la construcción de viviendas sociales a través de cooperativas (los beneficiarios pagan $150 por mes y acceden a vivienda propia). Se han construido más de estas viviendas que nunca en la historia argentina.