miércoles, 28 de abril de 2010

Red


Vamos a hablar de economía.
De la economía de la discusión política, si se me permite el invento. Para que nos quede en el centro del escenario la aparición de los blogs como un núcleo emisor de discursos que a su vez influyen sobre otros, cosa que tanto parece preocupar a políticos y medios de comunicación.
La percepción que Clarín tiene del “fenómeno” y que plasma en sus editoriales a través de las cuales critica a Aníbal Fernández, tal vez no responda a su mala intención.
Quiero decir, tal vez no estén mintiendo un discurso para colocar a los “blogs nacionales y populares” en un lugar que los (nos) vuelva vulnerables a la demonización pública.
Es altamente probable, a mi modo de ver, que no sepan pensar en otros términos. No mienten, sino que realmente no entienden nada del asunto.

Su percepción de los blogs tal vez no debería desvincularse de otras manifestaciones que han venido haciendo últimamente. De manera central, la “propaganda” que hacen de cada medio gráfico que decide cobrar el acceso a su versión on line. Como si esta fuera una tendencia “que se viene”, de manera inevitable.

Sus esfuerzos (porque realmente se esfuerzan en hacer entrar esa idea) se centran en la intención de colonizar comercialmente un ámbito en el que ven la posibilidad de hacer negocios múltiples, y que se les escapa en proporciones demasiado elevadas.

Ven a la Internet, en general, como un campo mercantilmente virgen. Un espacio en el que la lógica del mercado capitalista no termina de insertarse para poder abarcarlo todo. Para hacer un experimento teórico diría: tienen el berretín de poder colocarle una ortopedia "moderna" a un campo que, evalúan, necesita corrección. Un campo donde la posmodernidad ha encontrado su ámbito de realización.

Quizás estemos (ellos y nosotros) centrándonos demasiado en el tema “blogs”. Los blogs son hoy una forma. Que mañana podrá ser reemplazada por otra. O no. Lo que más probablemente por bastante tiempo no podrá reemplazarse es la comunicación descentralizada, la proliferación de emisores sin ocupar lugares en una estructura jerárquica. Y finalmente, la gratuidad recíproca (del que consume y del que produce).

Deberían saber, por un lado, que nadie encontraría nunca necesidad de pagar por algo que puede obtener sin hacerlo. Ese es el límite del mercado.
Y deberían saber también que la estructura jerárquica, la profesionalización de las voces emitidas, el control sobre los núcleos de emisión, la opinión "calificada" como resultado de la calificación del emisor se pueden poner en práctica (de hecho se ponen en práctica) pero no servirán para reemplazar una modalidad comunicativa que encuentra su razón de ser, justamente, en no seguir esos lineamientos.
Pueden intentar colonizar algunas de estas herramientas comunicativas, aún con relativo éxito en algunos espacios (ejerciendo la coerción, cuyo monopolio ya no está en manos del estado), pero indefectiblemente estarán generando algo distinto de lo que hoy ofrecen los blogs como espacio de debate político. Algo seguramente menos rico, más caro, y que seguirá dejando vacantes los mismos espacios que alguna vez dejaron los diarios.


Quién hubiera dicho, que 10 o 15 años después, la política se iba a reconciliar con el posmodernismo, después de la versión vulgar y sesgada que de él difundieron los 90?



1 comentario:

Mendieta dijo...

Buena Mariano. Me dejás pensando.