martes, 27 de abril de 2010

Todo político será blog


Los autores de algunos blogs renombrados escribieron una columna hoy en Página/12, con el apoyo de varios colegas. Evidentemente, cuando salieron a buscar apoyos, nosotros estábamos con el marote adentro de una bolsa de consorcio y el ruido de los colectivos no nos permitió escuchar que nos llamaban a firmar.

Pero ahora que levantamos la cabeza, nosotros especialistas en el loteo de pequeños espacios, tarde pero seguro, apoyamos la columna.

En las últimas semanas, la palabra “blog” apareció de manera desproporcionada en diarios y diversos medios de comunicación. Y eso, a quienes escribimos blogs, nos llenó de sorpresa: es como ver a un vecino del barrio en la tele. “¡Ahí está, ahí está! ¡Saludá a los pibes!”

Pero no, se trata de un nuevo fantasma que reina en algunos miedos ajenos (los blogueros K), y la suposición de que están puestos y rentados al servicio de la demolición lenta y pública de alguna figura “opositora”, de algún partido centenario, o del monopolio más grande de la historia argentina. Lejos de sentirnos como el hombrecito de la “Primavera de Praga” que con su sola humanidad quiere frenar el avance de un tanque soviético, nos sentimos como una manada de nerds con un inesperado y efímero éxito. Que así sea.

¿Acaso los blogs están siendo tomados más en serio que lo que lo hacen sus propios autores? Escribir un blog no es un trabajo, es un placer. Escribir un blog son un montón de horas improductivas al servicio de los que te leen, de los anónimos que te insultan, de los amigos que te celebran, de lectores silenciosos que sólo Dios sabe qué piensan, pero el círculo se fue agrandando día a día, hasta un límite más o menos esperable en un contexto tan amplio de disputa política. Punto. Es ocioso decir que nadie nos paga por decir lo que decimos, tal como se afirmó de un modo tajante, pero esa sospecha hace gala de un clima que también desde la intensa blogosfera se ayudó a construir. Y es en torno de esa irrupción pública que preferimos decir algo. No somos víctimas de nada, no somos vengadores anónimos, no tenemos que rendir cuentas de ética pública, pero partimos de este incipiente principio: todo lo que ayude aunque sea un poquito a hacer mierda la política... está mal. Seremos capaces de revisar nuestras acciones en virtud de ello, amigos.

Participamos de un proceso político que terminó de torcer el concepto de “periodismo independiente” hasta convertirlo casi en un oxímoron, porque ese concepto dejó de contener aquello que constituía su aura: se era independiente en torno del Estado. La “nueva independencia” o “una nueva independencia” marca su territorio en torno de poderes fácticos que ya no se identifican automáticamente al poder del Estado. El apego de determinados periodistas a la línea editorial de la empresa a la que pertenecen en un contexto de cruda discusión como el de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ha invertido el orden: de repente un canal público aparece como espacio de resistencia en una correlación de fuerzas bastante desproporcionada frente a aquellos medios hegemónicos. ¿Qué hacen, qué tienen que ver los blogs en el medio de esto? Hacemos lo que podemos. Y probablemente la verdadera razón por la que existen muchos “blogs oficialistas”, que funcionan de manera individual, que forman sus propias comunidades primitivas, es el modo en que mucha gente resuelve una necesidad: la de decir de qué lado está, la de hacer pública una conciencia crítica y tratar de ser parte en un debate donde se debate casi todo. El hecho de que los blogs políticos que reciben la mayor cantidad de visitas diarias, comentarios y repercusión en los medios tradicionales de comunicación se definan como “nacionales y populares” pareciera ser una blasfemia digital. Pareciera que eso molesta, y mucho. Si para los analistas políticos tomados en serio por la gente que no es peronista, las personas que votan al peronismo son clientes rehenes de las dádivas que ofrecen los dirigentes del justicialismo, por carácter transitivo, aquellos ciudadanos politizados que más o menos defienden el trazo grueso del Gobierno a través de los blogs, necesariamente deben estar siendo pagados por alguien. De ahí a que algún diputado de la oposición repita la acusación, hay apenas una tapa de Clarín.

Por otra parte, sin ánimo de pisarle la pollera a nadie, llama la atención que al hablar de “los blogs” se omita deliberadamente la fugaz existencia de aquellos espacios en la web 2.0 que se identificaban con la Coalición Cívica y el PRO. Fueron un fracaso, dicho esto con el mayor de los respetos. Duraron lo que una campaña electoral, y pasaron al olvido. Pocas visitas, cero debate. La única blogósfera política en crecimiento constante fue la que hoy es etiquetada con la letra K, donde hay un conjunto de blogs (entre veinte y treinta, digamos), cuyo tráfico diario no baja de las mil visitas reales, además de una cantidad indeterminada de otros blogs, que está dando sus primeros pasos y suman otros miles más. En estos blogs se discuten y debaten algunos de los temas que en el Comité Central de la calle Tacuarí decidieron que no se hablaran más. O que se hablaran de manera diferente.

No hay secreto. Si dejás un territorio huérfano de comunicación, es de cajón que va a venir una runfla de desharrapados y te va a hacer un asentamiento gramatical justo ahí, en el descampado que provocaste. Y no hay tutía, porque una vez que tomaron la palabra, lotearon el lugar y le dieron a cada uno su lugarcito, no se van más.
Los blogs son el modo que mucha gente eligió para decir que no es inocente, que no está ajena a un proceso político intenso y de insospechado final, y donde ofrece lo único que puede ofrecer al servicio de la Nación: su tiempo y su banda ancha. Vamos a pérdida. No romperemos el cerco del anonimato ni agrandaremos nuestras cuentas bancarias. Y en esto, por ahora, somos como el cuento del japonesito preso que cocina en el barco de los aliados: estamos meando la sopa. Ni más. Ni menos.


Fabián Rodríguez (Conurbanos), Martín Rodríguez (Revolución Tinta Limón), Santiago Alvarez y Franco Vitali (Un día peronista).





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2 comentarios:

Mariano dijo...

Coincido en todo.
Pero sobre todo en resaltar que escribir un blog es un placer, que más que cobrar, uno paga por llevarlo a cabo.
Los que no entienden eso, no entienden nada.
Por eso, los proyectos planificados de colonización de la internet política están destinados a fracasar.
Saludos

Contradicto de San Telmo dijo...

Yo, sin duda, entregaré mis cartones a cambio de vidrios de colores y chucherías. Y seré catequizado a latigazos para ser incluido en la grey de la Santa Cruz.

Vuelven viejas instituciones como la mita y el yanaconazgo?