viernes, 9 de abril de 2010

Tornado



El tornado que ilustra este blog nos da un poco de julepe, pero el que mostramos abajo (click para agrandar) es un paisaje que vamos a estar mirando con atención en el futuro. Se trata de un diagrama en el que se representa la cantidad de veces que se multiplica el ingreso total familiar de los hogares argentinos del decil más humilde en los 9 deciles superiores y considera la evolución bianual desde el tercer trimestre de 2003 (una selección arbitraria) hasta el tercer trimestre de 2009 más el agregado, en un rojo sangriento, de la última medición (4Trim2009).



Si usted se pregunta por qué nos vamos a dedicar a la observación de tornados, tenemos un par de buenos motivos:

  • A partir de diciembre se empezó a pagar la asignación universal por hijo (AUH) y las mediciones posteriores deberán mostrar un significativo salto cuantitativo en fotografías posteriores

  • Trata de convertirse en hegemónico el discurso mediático que dice que desde 2008, casualmente desde los sucesos de la Resolución 125, se estancaron los parámetros que venían indicando una mejora en la distribución respecto de los índices que se midieron inmediatamente después de la crisis de diciembre de 2001: el olvidable 2002.


En efecto ha ocurrido una "desaceleración de la igualización", hecho que puede ser constatado con sólo observar el decil 10 (el más alto en ingresos) y ver que su reducción año a año va perdiendo "potencia". Dicho efecto es absolutamente esperable puesto que en la medida que van saliendo del infierno familias que entraron en él de manera coyuntural, quedan por rescatar los hogares que lo padecieron por décadas y que la jerga reconoce como "pobres estructurales”. La capacidad de dichos sectores de absorber ingreso de la manera "natural" que deseaba y preveía la administración CFK ha sido ínfima y entonces veremos el comportamiento de este tornado que será el reflejo de la pugna entre AUH y el reflejo ofensivo del establishment: la inflación.

Queda, además, verificar si el rumbo de estos años será convalidado en el futuro por una sociedad que se debate entre la lucha contra la pobreza (que parecía inevitable después de 35 años de arraigo y que, en la medida que se profundiza su perforación, va convirtiéndose en un hueso más y más duro de roer) y el consumo de un perverso y adictivo elixir de desinformación mediática al que el Gobierno no parece encontrarle la vuelta.

Grados mínimos de autocrítica, audacia y pragmatismo en las decisiones, política comunicacional en serio (sin esperar ilusamente la vigencia de la LSCA) y voluntad de reeditar una alianza de intereses transversales que vayan desde el pueblo trabajador hasta los sectores más sumergidos (y que sus representantes liebres del sur sigan en sus madrigueras), podrían ser los factores claves que le permitan a esta administración neutralizarle el instinto de reincidencia adictiva a su mandante.

Reescribamos entonces la tristemente célebre consigna procesista por una nueva y mejor "Angostar el tornado es agrandar la Nación."




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